Consejos de Lectura
“Leer” es un verbo que sufre muchas interpretaciones, a veces creemos
que con solo dar un vistazo rápido a algo ya lo hemos leído, comprendido y
¡listo! Eso es algo muy arraigado en la cultura mexicana, pero ¿realmente
leemos?
Entendamos “leer” como lectura, interpretación, comprensión, análisis
y reflexión de un artículo, libro, nota o cualquier variación de la redacción
ya sea física o digital. (Sí, tal vez suena mucho, pero todo va de la mano y no
es frustrante). Y ya que lo nuestro es leer y reseñar libros, tomemos éstos
como ejemplos para profundizar en ese verbo tan interesante: “Leer”.
Leer un libro no sólo consiste en ver todas las palabras, darles una
voz en nuestra mente y pasar las páginas, no, es necesario darle un significado.
Haber “leído” un libro no será nada si no te ha dejado un aprendizaje o una
duda que mediante la reflexión individual o en grupo logras resolver. Siempre
he pensado que al leer un libro las
siguientes preguntas nos ayudan a realmente a leerlo, interpretarlo,
comprenderlo, analizarlo y reflexionarlo: ¿Qué me quiso decir el autor? ¿Qué
puedo decir del personaje y sus acciones? ¿Qué habría hecho yo? ¿Esto podría
pasar en mi vida o en la vida en general? ¿Noté pistas a lo largo de mi
lectura? Sí, créeme estas preguntas tienen sus respuestas, tú las tienes, y es
necesario tomarlas en cuenta, tal puedas hacerlas al finalizar un capítulo, y
sobre todo al terminar el libro.
Siempre que estés leyendo apunta las palabras que no entiendas,
búscalas en un diccionario; esto te servirá a no perder “el hilo” de lo que
estás leyendo y sobre todo incrementará, expandirá, variará, diversificará,
aumentará tu vocabulario ;) ; es posible que mientras leas a Gabriel García
Márquez te encuentres con una frase como “El cielo escampó” y sería realmente
triste no comprender lo que dijo por pereza de buscar el significado de
“escampó”. También puedes señalar frases o momentos importantes en el
transcurso de la historia, ya sea con un post-it o subrayando dicho conjunto de
palabras. No, no es malo marcar un libro, pierde el miedo a realizar apuntes en
él, de hecho puedes apuntar tus dudas, tus teorías o tus momentos de impacto;
esto sin duda te ayudará sí leer el libro, de hecho recomiendan ampliamente
hacerlo, pues aumentas la riqueza del mismo. ¡Claro! No se trata de marcar todo
con marcatextos, plumas exóticas o convertir el libro en un basurero (A menos
que tengas “Destruye este Diario),
¡sobre todo si no es tuyo! (Ni pienses en dañar algo que no es
tuyo); por lo tanto puedes utilizar un
lápiz o un color que no dañe la belleza de tus libros.
Trata de leer en lugares tranquilos, donde la voz de los personajes
en tu mente no se mezcle con el ruido de tu entorno, pues terminarás por alejar
el libro de ti o con un dolor de cabeza; tal vez música instrumental de te
ayude a concentrarte, así que piensa en lo qué te relaja y aplícalo durante tu
tiempo de lectura.
Pone cómodo, pero no taaaan cómodo, pues si te dispones a leer
acostadito/a en tu cama, no leerás nada, más bien terminarás soñando.
Intenta relacionar tu entorno con la historia en turno, es posible
que el libro aplique a lo que estás viviendo, a tu sistema de gobierno, a tu
familia o a tus dudas; esto no quiere decir que salgas con arco y flecha a
perseguir policías, o decir que eres divergente y quieras incendiar media
ciudad, no, más bien piensa en las experiencias vividas por los personajes y
cómo adaptarlas a tu caso, por ejemplo, es posible que enfrentes presión de
grupo, luches por mantener tus ideales y creas que es difícil, pero luego lees
“Ladrona de Libros” donde Liesel hace lo que muchos no se atrevieron por
defender a un judío, de modo que comprendes que el valor y la asertividad
pueden ser inquebrantables.
Discute tus libros, hablar con otros lectores nos ayuda a comprender
mejor un libro, pues la literatura puede tener miles interpretaciones que no
son siempre visibles, sino que requieren un empujoncito. Compartir enriquece.
Si un libro no te gusta, no te desamines, no todo tiene que gustarte,
a veces no es tu tiempo para ese libro, por lo que en un futuro ese libro que
odiaste pueda servirte mucho.
Relee tus libros. Puedes leer “El Principito” en tu infancia y ser un
libro de fantasía hermoso, léela cuando seas adulto y comprenderás más cosas;
puedes llegar a amarlo más. Un libro depende mucho de nuestras perspectivas, de
nuestro estado de ánimo y de nuestra historia. Un libro impreso (o
digitalizado) nunca está terminado, se reescribe una y otra vez tantas
ocasiones lo leamos.
Tolera los choques de ideas entre tú y el autor, tal vez sea difícil,
y no digo que tomes tomo tuyas las ideas del él /ella, sino que dale la
oportunidad de explicarte lo que quiere decir, su mensaje, su concepto y decide
si lo dejas formar parte de tus valores o no. No siempre vas a estar de
acuerdo, no es necesario que lo estés; claro que si de plano no puedes
soportarlo, siempre hay excepciones; de modo que si estás leyendo a Márquez de
Sade y choca con tus ideas no lo termines, no es necesario.
LO MÁS IMPORTANTE: No leas por
crear una lista de autores, por ser aceptado, o por querer juzgar al mundo, por
creerte culto o ponerte un par de gafas; lee porque lo quieres, porque te gusta
porque quieres vivir mil vidas, porque quieres visitar otros mundos, porque
quieres dejar volar tu imaginación, por aprender, por inspirarte, por
entretenerte, tener temas de conversación, y sobre todo para compartir todo lo
que leas. “Compartir enriquece”, recomienda lo que lees, juzga lo que lees, y
así leerás realmente.
¿Tienes más ideas? Quiero escucharlas.
Ale González